Capitulo 2
Me desperté de un salto, la casa se estremecía,
estaba pasando, estaban bombardeando Arce. Era de noche, abrí un poco la
cortina de la habitación de mi madre y vi el cielo teñido de rojo, la ciudad estaba
ardiendo. ¿Cuánto tiempo llevaba así? ¿Llegarían hasta casa? Vivíamos en una colina a las afueras de la
ciudad, era la zona residencial más exclusiva, con enormes casas y jardines, a
unos ventajosos cuarenta minutos del centro. Bajé rápidamente
las escaleras y salí a la calle.
Fuera, muchos de los vecinos estaban escandalizados y asustados, los que aun tenían gasolina alistaban
sus autos para huir y los afortunados con coches solares, ya no estaban (era
cuestión de tiempo que bombardearan la zona) pero muchos como yo, no tenían ni la
más remota idea de qué hacer.
De pie frente a nuestras mansiones, las
que un día fueron la envidia de los demás, llenas de sirvientes y arrogancias,
mirábamos impotentes la devastación de nuestras vidas, nuestras posiciones
sociales ahora no servían de nada. El dinero ya no podía quitar el terror que sentíamos
al ver nuestra ciudad arder, el dinero ya
ni siquiera existía.
-¡Ey!
¡Niña! ¡Jussa! –
Conocía
esa voz, pero no lograba identificar su procedencia
-¡Hey,
Aquí! –
Miré
a la derecha y vi a Leonarda venir lo más rápido que podía con una de sus hijas
de una mano y un bulto en la otra.
-Jussa,
tenemos que irnos, ¡vámonos, apúrate! – gritó mientras se acercaba
Miré
ambos lados esperando encontrar no se qué
y dije: tengo que subir por mis cosas.
-
No tenemos tiempo para eso ¡PUEDEN VENIR EN CUALQUIER MOMENTO! – vociferó ella
-Sigan,
yo las alcanzo – grité mientras corría dentro de casa, podía escuchar el rugir
de los aviones que cruzaban sobre nosotros y me aterraba no saber qué pasaría.
-Jussa, ¡vámonos! ¡Solo subí por ti!
Vi como Leonarda negaba con la cabeza,
mientras dudada en irse o no, esperando a que apareciese de nuevo por la puerta.
Era un riesgo innecesario, pero tenía
tontamente que recoger el único objeto que aun tenía conexión con mi madre.
-Ya que eres tan necia, ¡trae la comida
también!- escuché mientras subía las escaleras, me asomé por la ventana y vi a Leonarda
comenzar a correr cuesta abajo.
Subí a la habitación y tomé el collar de esmeraldas de mi madre, me
coloqué encima dos mudas de ropa y eché un último vistazo a la habitación
tratando de aspirar lo más que pudiera de la vida que dejaba.
En la calle se escuchaba el caos: gritos,
confusión y ruidos que no lograba identificar; las ventanas tintinearon
ligeramente, era hora de irse, ya no había tiempo y justo cuando me disponía a
salir, miré de reojo una caja plateada dentro
del closet, de ella sobresalía el sobre que me dio mi madre, el mismo que
contenía las pruebas de que tenía un padre. Sin pensarlo más tomé todo a la vez
y lo eché en mi mochila. Bajé las escaleras y eché en una bolsa toda la comida
que pude.
Un estallido me sacudió, había sido cerca, afuera
el resplandor de la ciudad en llamas era intenso, era como un amanecer sombrío,
como en las películas de terror.
Salí de casa y comencé a correr cuesta
abajo hacía la pequeña villa de los empleados, un grupo de casitas modestas y
cómodas donde vivían Leonarda y la mayoría del personal que algún momento sirvió
en las lujosas mansiones, (o lo que quedaban de ellas). Llegué a casa de Leonarda, la puerta estaba abierta,
grité su nombre varias veces pero nadie salió, la villa estaba desierta,
entré y en el fondo vi lo que parecería un invernadero lleno de enredaderas y cultivos,
salí a la calle y miré estructuras
similares dentro de las demás viviendas que estaban abiertas.
- ahora entiendo porque Leonarda nunca
se preocupa por la comida – dije en voz alta. Desde que tuvimos que despedirla
por no poder pagarle, era ella la que nos llevaba comida de vez en cuando. Seguí
andando entre las casas, era la única forma segura de bajar la colina, por si
el ejército del gobierno globalizado, los soldados azules, venían por la
carretera.
El ambiente era desolador, casas saqueadas,
vacías y oscuras, objetos dejados por todos lados y pequeñas gotas de sangre de
cuando en cuando. Comenzaba a sentirme cansada, cargar con la comida y la ropa
extra no había sido tan buena idea después de todo, salí de entre las casas y llegué
al pequeño bosque que anunciaba la
planicie, no habían personas allí, y no
había rastro de Leonarda, ¿Cómo se supone que iba a encontrarla? Y…
¡prum!-
Un intenso ruido hizo que me llevara las
manos a los oídos soltando lo que tenía en ellas. ¿Qué rayos había sido eso?
Podía sentir el calor del sol y la luz iluminándome por detrás, ¿Estaba
amaneciendo? giré para verlo y en su lugar me encontré con una explosión en
forma de árbol, devorando como una ola todo lo que había a su paso: nuestras
casas, mi casa, la cima de la colina entera. Lo único que nos quedaba estaba
perdido entre las llamas, cogí las cosas
y comencé a correr con fuerza ¿qué sentido tenía arrasar con una zona tan lejana
a la ciudad? Seguramente la villa sería la siguiente, y yo estaba muy cerca.
El cielo comenzaba a tornarse oscuro a
causa del humo, pero podía ver que estaba amaneciendo, la detonación había
dejado la colina envuelta en nubarrones, desde donde estaba, solo podía ver fuego por todos lados sin una forma aparente.
Seguí a caminando, obligándome a no
mirar atrás, no tardé mucho en sentirme
cansada y sedienta, solo pensaba en ¡agua! ¡Claro! Eso fue lo único aun más
importante que la comida que no traje ¡tonta Leonarda! Su hambre ansiosa había hecho que me olvidara de
lo más importante.
Comencé a avanzar con lentitud, no se
había escuchado otra detonación, la villa estaba a salvo por ahora, ¿pero a
donde iría? Caminaba sin rumbo, lo único más peligroso que quedarse quieta era
avanzar, tenía que buscar a Leonarda, pero ¿luego qué? Ella seguro iría a San Andrés (a unas 4 horas a
pie) a buscar a su hija Celia; con dos hijas y un gran apetito, una tercera
boca sería demasiado, pero había regresado por mí.
Había sido tan buena con mi madre y conmigo,
que me daba pena que se ocupara también de mí, la pobre huérfana sin familia, mi
situación era patética. En ese punto, yo
solo tenía una opción: ir a Cruz del sur y encontrar a mi padre.